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Foto del escritoracueval83

Oda al ruido


Ruido, compañero persistente,

de veras soy

un mal amigo tuyo.

Cómo me gusta

dármelas de elegante, de anacoreta

y repudiarte en público.

Hay que ver qué bien se puede

versificar contra ti.

 

Pero... acaso...

¿quién podría señalarte

como a un recién llegado,

como a un petulante nuevo rico;

si has resultado siempre

del pulso de la vida,

del latido de su furia?

 

Allá en Babilonia,

cuando los mercados

se agitaban bulliciosos

y las palabras

se alzaban como flechas,

¿no eras tú quien pintaba

de sonido sus calles,

quien preñaba el aire

de algarabía y canciones?

 

En el Coliseo de Roma

(bajo su peso de gloria y piedra)

surgías del cruce de espadas,

del fragor de las carreras y aplausos

que ahogaban la serenidad de los dioses.

 

Y en Tenochtitlán,

sobre el espejo del lago,

eras tambor que clamaba al cielo,

caracola que llamaba a los hombres

al rito, a la guerra, al sacrificio.

 

¿Fuiste tú quien rompió

la calma nocturna,

o es la calma un mito,

un invento de quienes olvidan?

Yo creo que siempre

has estado ahí, ruido;

con el viento que azota,

con el relámpago que ruge,

con el mar que jamás se calla.

 

Te culpan de ser hijo

de fábricas y motores,

pero tú eres más viejo

que las ruedas mismas.

Ya eras el aullido en las cavernas,

la chispa que saltaba del fuego primero,

la melodía del río desbordado.

 

Mi inseparable ruido,

no eres moderno, no eres intruso.

Eres patrimonio,

eres memoria, eres tiempo.

 

Y aunque muchos te maldecimos,

todos te deseamos.

Nos haces olvidar

ese precipicio

repleto de silencio 

que nos arrojará para siempre

a un vacío glacial.

27 visualizaciones2 comentarios

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2 Comments


Miryam Pulido
Miryam Pulido
Dec 13

Dicen algunos chefs que, no es el aroma sino el sonido lo que les advierte sobre el punto exacto del sabor, como cuando el pan es crujiente. Es ese ruido el que da valor a su arte culinario. Así mismo, el ímpetu natural del movimiento de las aguas nos puede llenar en la soledad más profunda. Veo en este poema esa verdad: el ruido nos conecta con la realidad y nos hace sentir que hacemos parte de algo y que estamos vivos.

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Alberto Lobelle
Alberto Lobelle
Dec 14
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Miryam, gracias por la hermosa reflexión llena de sensaciones

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